Leyenda del volcán
La historia comienza con 6 hombres, quienes vivían en la Tierra de los Árboles. Tres provenían del viento y tres provenían del agua.
Se decía que los que venían en el viento correteaban, despertando la tierra antes de que saliera el sol. Y, al anochecer, los que venían en el agua se tendían como los peces en el fondo del río sobre las yerbas pálidas.
Allí donde vivían, en la Tierra de los Árboles, avanzaron los hombres hacia el volcán. Cuando de repente, observaron que dos montañas movían los párpados a un paso del río.
Una de estas montañas era Cabrakán, montaña capacitada para tronchar una selva entre sus brazos y levantar una ciudad sobre sus hombros. Cabrakán escupió fuego hasta encender la tierra.
La otra montaña se llamaba Hurakán, montaña de nubes, quien subió al volcán a pelar el cráter con las uñas.
El cielo se nubló y todo ser vivo huyó. Los hombres y los animales, asustados, salieron escapando. De repente, también las piedras comenzaron a saltar para huir. Las ceibas, las aguas, incluso las estrellas… A estas últimas, por no quemarse, se apagaron.
Se dice que hubo un siglo en un día que duró muchos siglos. Un día que fue todo mediodía.
El viaje de Nido
Una voz, proveniente del alma de uno de los hombres del viento, Nido, expresó su deseo de andar a un país desconocido. Así que se fue por un camino pintado en el paisaje.
Y en el camino escuchó unas campanas entre las nubes que repetían su nombre: ¡Nido! ¡Nido! ¡Nido!
Los árboles se poblaron de nidos. Vio un santo, una azucena y un niño. Y escuchó: ¡Nido, quiero que me levantes un templo!
Florecieron las azucenas en la mano del santo y sonrisas en la boca del niño.
Cuando regresó de aquel país, el volcán apagaba sus entrañas. Nido ya estaba viejo cuando volvió, pero le quedó tiempo suficiente para fundar el pueblo de cien casitas alrededor de un templo.